Blogia
AD LITERAM. Textos históricos compilados

LA PERSONALIDAD DEL GENERAL JULIO DE VEDIA

LA PERSONALIDAD DEL GENERAL JULIO DE VEDIA

Delfina Molina y Vedia de Bastianini, A redrotiempo (memorias), Buenos Aires, Editorial Peluffo, 1942, 180 pg. (Biblioteca Popular “José Ingenieros” 9 de Julio).

Delfina Molina y Vedia de Bastianini, nació en Buenos Aires el 7 de marzo de 1879, casi al frente de la capilla de Nuestra Señora de las Victorias, en la casa que llevaba el número 1.257 de la calle Paraguay , y era la cuarta hija del matrimonio que formaban Octavio Justiniano Molina y Manuela de Vedia.

Según refiere en sus memorias Delfina Molina y Vedia de Bastianini, " a poco me cristianaron en la iglesia de San Nicolás, la que fue echada abajo para la apertura de la Avenida Roque Sáenz Peña, poniéndome el nombre de mi madrina, tía carnal de mi madre, Delfina de Vedia de Mitre, a quien ella quería entrañablemente, y que no alcancé a conocer más que por retratos" (página 9).
"Fue mi padrino -prosigue- el ingeniero Emilio Mitre, hijo de aquélla y del prócer General Bartolomé Mitre, a quien siempre oí llamar en casa familiarmente Don Bartolo, cuñado y además íntimo amigo de mi abuelo el General Don Julio de Vedia, a quien yo adoraba" (página 9).

LA QUINTA DE ARAOZ
(Descripción del General Julio de Vedia realizada por su nieta Delfina Molina y Vedia de Bastianini)

"Como mi padre era 11 años mayor que mi madre no alcancé a conocer los paternos, que desaparecieron antes de que yo tuviera conciencia, pero a los maternos que conocí, nunca los olvidé".
"En la quinta de la calle Aráoz entre Güemes y Charcas las imágenes de ellos se unen al delicioso perfume de los aromos y alhucemas de aquella mansión querida".
"El era un hombre alto y fornido, arco ciliar espeso, ojos celestes y cutis sonrosado. Su barba fluvial, a lo Moisés de Miguel Ángel, ensortijada, el andar majestuoso, a menudo con las manos cruzadas en la espalda, le daban un aire profético y a la vez meditabundo. La vivacidad de su mirada siempre alerta relampagueaba con singulares destellos cuando algún interés especial conmovía su ánimo".
"Un centelleo dulce, y enérgico al par, de irresistible simpatía".
"Su voz, como suele darse en casi todos los hombres altos y de complexión robusta, era fuerte y de timbre grave. Nunca lo vi beber más que agua, y sus costumbres eran sencillas, democráticas [página 17], enteramente ajenas a la rigidez militar. Afable y generoso en grado sumo con los humildes, condición que heredó mi madre, poseía las virtudes de la raza vasca, austeridad, franqueza, y sencillez heredadas de sus antepasados".
"Con ser un hombre físicamente espléndido, su mayor atractivo estaba en su alma, donde la fusión de virilidad y delicadeza de sentimientos, que se observa en los hombres de verdadera hombría, prestaba a su trato un poder de seducción excepcional. Era absolutamente imposible que alguien lo hallara antipático" [página 18].
"Por haber heredado de él y de mi madre su profundo amor a las plantas y a las flores [...], es que recuerdo la atención ejemplar que él dedicaba a sus rosales, azucenas y mil variadas especies, incluido el resedá que a la flor preferida de mi abuela, y a quien él le hacía ramos primorosos que ésta colocaba junto al retrato de tío Julio, muerto los 20 años a consecuencia de una anemia profunda cuyo origen nadie consiguió hallar".
"¡Cuántas veces mientras podaba de semillas u hojas secas alguna plantan lo oí suspirar y murmurar con los ojos llenos de lágrimas. - ¡Pobrecito! ¡pobrecito!...-pensando en el".
"Su pena de león herido contrastaba con el sol radioso, las mariposa volando en los canteros bordeados de alhucemas, y el eutórico canto de la urraca. Aquellas diminutas flores azules entre rizadas hojas de gris plata que estrujándolas nos dejaban las manos fragantes por mucho tiempo, y que tanto atraían a los insectos, las mariposas, logradas, negras y amarillas con alas de punta extraña, otras celestes, produciánme o el deslumbramiento de luz y color inenarrable!..." [página 19].

Julio Fraga, sobrino de Lastenia Videla, le llamaba a esta quinta de Julio de Vedia, de la calle Aráoz, con el nombre de “Fonda... francamente” [página 20].

A la quinta de Vedia solían visitarla, presumiblemente en vida del general, las amigas de su hija Lasthenia, señoritas de Dawson y de Echeverría, entre otras; los amigos de Enrique (su hijo), “que eran legión”, además de otros amigos y familiares, “muchos de los cuales se instalaban por semanas y meses” [página 20].
“Por cierto –comenta Molina y Vedia de Bastianini- que espacio no faltaba para albergar amigos, ni menos faltaban afectuosas atenciones por parte de los dueños de casa que se distinguían por su trato campechano y cortés”.
“Los viejitos Malmierca, llegaron a instalarse tan definitivamente que cuando se mudaron mis abuelos a la calle Coronel Díaz y Beruti se edificó para ellos unas piezas en el fondo, como si se tratara de personas allegadas de la familia y no de simples amigos” [página 20].

También en la quinta de Aráoz, recuerda Molina y Vedia de Bastianini- “mi tía Lasthenia llenaba con el Lento, las Baladas de Chopin que ejecutaba a la perfección, o las rapsodias de Listz, nunca olvidaré el nido de picaflores en el corredor patriarcal, que grandes y chicos respetaron, ni el hecho de que estas aves tan asustadizas se familiarizaron hasta el punto de convivir a escasos pasos de los moradores y aún de los niños” [página 21].

“En la quinta de la calle Aráoz, tan genuinamente criolla, la hospitalidad de mis abuelos concordaba exquisitamente con la casa rodeada de corredores de una sola planta, los grandes canteros, el pozo, el palomar y los enormes aromos hacia el campo” [página 22].

EN LA CASA DE ROSAS
"Una epidemia de difteria que costó las vida de uno de mis hermanos, Emilio, nos llevó a pasar una temporada en el entonces Colegio Militar, del cual era rector [director] el General Don Julio de Vedia, instalado en la antigua casa de Rosas el tirano, en el mismo sitio donde hoy se levanta el monumento a Sarmiento de Rodin".
"Como aún no se había descubierto el suero, mi pobre madre estaba aterrorizada, y nos dejó allí mientras Julio contagiado, se atendía y salvaba más tarde".
"A espaldas de la Avenida Alvear, mirando hacia el río, estaba el frente de las dependencias ocupadas por la familia del Rector, en dos cuerpos de edificio que rodeaban el patio de entrada, o mejor jardín".
"La antigua modada de Rosas poseía el hondo encanto de la arquitectura colonial de aquella época, confortable y de sabor austero".
"No eran más que 4 por entonces las personas de la familia, mis abuelos, y mis tios Lasthenia y Enrique, pero en el comedor situado en el ala izquierda, se reunían unas 10 o 12, contando a amigos y huéspedes".
"El comandante Luzuriaga, de carácter muy afable, cutis sonrosado y nariz aguileña los visitaba a menudo. El teniente Comas que era de gran estatura, no sé si por distinguirse en algo, o por ser ayudante de mi abuelo, era nombrado a cada momento".
"En la sala, frente a la entrada sobre una antigua mesita y en una bandeja llena de letras blancas escritas en trozos rojos alargados, de hueso o marfil, estaba lo que dejó en mi ánimo más vivo recuerdo, pues mi tía Lasthenia tenía la habilidad de descubrir cualquier palabra apenas se arrojaban las letras en desorden sobre la mesa" [página 23]
"A veces no alcanzaban a caer todas, cuando ya las decía, como por adivinación".
"Un periódico sacó un concurso para el que mandara una palabra que contuviese las 5 vocales, y ella instantáneamente escribió una lista enorme que remitió, entre las cuales estaba la palabra 'Murciélago', y ¡cosa indignante!, no ganó el premio porque había que decir únicamente, 'murciélago'"... [página 24]

Delfina Molina y Vedia de Bastianini, recuerda que esa casa estaba: "sahumada por el entrañable cariño de mis abuelos". Y prosigue: "se respiraba tan profunda bonhomía y limpieza moral y material" [página 24].

"Mi abuela seguía la costumbre porteña de quemar benjuí, y aquel perfume material, unido al otro, nos envolvía en doble bendición, de santidad" [página 24].

En cruz con el edificio de la antigua casa de Rosas, "existía el cuartel del 1ro. de Artillería, donde más tarde se instalaría, hacia 1896 el 6, y luego el 3 de Infantería en el espacio que hoy forman los Jardines que rodean al templo de Flora, y ya derruidos aquellos edificios" [página 24].
"Como coincidiera un 9 de Julio con nuestra vida en la casa legendaria, abuelito nos llevó al cuartel de artillería donde a la salida del sol, los tradicionales cañonazos con que se festeja la fiesta patria me dejaron una impresión tremenda" [página 24]-
"Y a propósito de los cañones, quiero recordar aquó algo que le oí contar a él, y que es la Guerra del Paraguay [...] las balas de los cañones se solían ver antes de que llegaran a destino, es decir que permitían hacerles cuerpeadas o gambetas, con tal de no distraer la atención, y siempre que vinieran de frente" [página 24].


VIAJES AL PARAGUAY
"Mi padre realizaba negocios en el Paraguay desde su juventud. Precisamente allí conoció a mi madre, radicada ocasionalmente con su familia por la circunstancia de que el General Don Julio de Vedia, ministro argentino en Asunción, llevó a los suyos después de la guerra con el Paraguay" [página 43]-


MI VOCACION LITERARIA
"Mi abuela materna escribía cartas muy espirituales, a menudo en verso".
"A una sobrina radicada en Montevideo que rompía sus relaciones a cada instante con su novio, un tal Gregorio Pérez, la última vez ya en forma definitiva, y que luego casi a raíz de anunciarle el rompimiento, le enviaba la participación de su enlace con el susodicho:
"'¿Con que el que será tu esposo,
se llama Gregorio Pérez?...
¡Con razón se asombra el mundo
de lo que son las mujeres!'...
le escribía como único comentario de sus indecisiones". [página 52]
"... aunque era mujer de escada instrucción, como las de su tiempo, poseía gran talento natural, y sus cartas llenas de faltas de ortografía y de buen humor circulaban de mano en mano provocando comentarios risueños" [página 52s].

Molina y Vedia de Bastianini, afirmarmaba creer que Joaquín de Vedia, autor de "El Centauro", era: "hermano de Nicolás mi bisabuelo" [página 53].

3 comentarios

carlos rutti -

Engreída, pedante, soberbia. Así es la nieta

Angel Vedia -

Hola:
Me gustaria saber el vinculo de la familia Vedia con España.
Origen y vinculos que aún puedan mantener.

daniel -

soy de formosa mi pueblo lleva el nombre de gral julio de vedia. pero no se por qyue las autoridades no lo registran ni en los mapas actualmente se llama porton negro me gustaria saber cuales son los tramites ?para poder figurar como pueblo de esa zona